viernes, 30 de marzo de 2012

Luis Alanís: La estética de los Poemierdas

Luis Alanís Téllez es un asiduo colaborador de esta revista, y un talentoso artista visual que gusta de explorar los territorios del dibujo, la pintura y la escultura, internándose en más de una ocasión  en los laberintos tanáticos, eróticos y, ¿por qué no?, senso-conceptuales.
     Es en adición, un poeta de propuesta. Sus versos, establecidos en la estética de lo grotesco, de lo sádico y de lo duro (sin dejar el encanto de una seductora sensualidad) parecen respuestas a las extrañas inquietudes y obsesiones que se alojan en lo más profundo de la psique humana. Luis Alanís ha decidido nombrar a este tipo de textos, Poemierdas.
     Los Poemierdas son respuestas automáticas, vomitivas, ante la represión y la falsa moral de un sociedad llena de conformismo y búsquedas individuales, ajenas a cualquier espiritualidad. Los Poemierdas son aquello que nace de los sótanos de la conciencia, de los deshechos de nuestras propia y falsa podredumbre; que parecen salpicar inmisericordes, a nuestros sueños, a nuestros pasos, a nuestros cándidos besos o al pago de la tarjeta de crédito o del seguro de vida o la colegiatura de los niños...En los textos de Luís he encontrado ese lado oscuro que muchos tenemos, pero preferimos guardar en lo más recondito de nuestras cargas morales y sociales. Pulsiones y gestos que pueden horrorizarnos si admitimos disfrutar de ello, pero que son tú, yo, nosotros: el grave rostro de la condición humana.
    Vayamos, sin más preámbulo, a la propuesta de los Poemierdas de Alanís. Bon apetit.


Amor mío
por: Luis Alanís Téllez

Ilustración del propio Luis Alanís Téllez

Me niego
apretando los dientes,
me niego con feroz ira,
y en mi defensa aparece
la naturaleza humana.

Una fuerza irriga sobre nosotros
la voluntad incendiaria,
el crujiente rugido
de luz resonante trueno
pues la carne llama.

¿No es cierto que el hombre uno es con cuerpo y alma?

No pronuncies siquiera el inadmisible
hecho de un amor levantado sobre pura
carne.

No me insultes,
que injuria lanzas,
cuando tranquila dices
que el hombre
tras la llana carne anda.

Y ¿a qué llamas espiritual? acaso una
unión te parece mundana. ¡No soy esa
asquerosidad que sospechas! No te he
pedido nada.

Creo en la fusión sobre todo,
¡qué importa el resto!
nadie merece nada, que muera el que se 
haya dispuesto, fría la verdad avanza a
paso presto,
¿porqué sentir pena? la selección natural
ha de hacer su trabajo, no le interrumpas,
regocíjese tu alma incinerando cascajos.

Mucho menos sea en tu mente ocurrencia el que
yo reprima,
inhiba o mitigue,
el carburo de mis entrañas,
que de tanto amarte,
amor mío,
no padeceré
mi extinción por tu causa.

Al contrario,
mujer divina,
disculpa de antemano
la advertencia que vaticinas:
¡ni un solo instante sea perdido en la
búsqueda incesante del
perverso gusto de hervir tu sangre!

Y se tiñan los cielos de negro
y llene la gente sus arcas,
que ignoran la potencia
de la fuerza que sueltas tienen las pestes.

Lloren todas las vírgenes del cielo,
laméntense por el hombre, desgarren sus
ropas por la ira de ver las
divinas aberraciones.

Hemos nacido malditos... errantes vagabundos.

Y gritaré en el cielo y en los confines del
mundo, hasta que retumbe el suelo,
busco un nicho, tu seno.

Y que no se me embarre
de la posta que es el hombre
ni que se me enjuicie con tal comportamiento.

Cuando el hombre tiene raíces
cree tener una vida,
siendo que lo único que en realidad tiene
es la disposición a la muerte.

 

II

A veces de tanto amarte me resultaría
más fácil odiarte, y con esa facilidad me
gustaría negarte. Contradecir todo cuanto
eres, contradecir todo cuanto me afectas.
Me mantienes en un caldo de cultivo,
cristalizado, inmóvil, en conserva en una
muestra en que hierve el libido.
¡Impía bestia sadista! Que guardas en formol el
reiterado empeño lúbrico que arrojo en
pétalos a tu cara. Pero un día infame
pocilga de delicias y milagros, expulsada
serás de mi Paraíso... aunque prefiero
verte refundida en lo profundo de este.
Pero no quieres... Inerte tu cuerpo en
putrefascencia prefieres y porfías
arrojas al animal atesado de testosteronas, que
llamas de instintos meramente carnales
¡Sucumbirás horrible glifo ante la
incontinente ferocidad volcánica de la
pasión del diablo!  Y cuando no quede
más de ti, que un aglomerado de flácida
carne exhausta te preguntaré si viste a
dios, si te ha dicho algo. Sodomizada,
incapaz de articular palabra me
responderás con tu silencio afirmativo. A
tu lado aguardaré a que te recuperes y me
encontrarás sentado con una sonrisa en
los labios, pues entonces visitaremos el
infierno y sus demonios.
Pero rehúsas de tu sino glorioso, Venus
de iceberg, máquina funcionalista carente
de toda pulsión
¡Te maldigo cerda Frígida!...
y entonces
en condiciones similares,
podremos yacer el uno junto al otro
como iguales.



Oración No. 34, casi 35
por: Luis Alanís Téllez




 
A veces, le pido al Señor Santo de
todos los cielos, me permita
conocer tu cuerpo... saberlo en lo mas íntimo.

Hasta el más imperceptible detalle;
que me conceda, por ejemplo,
desmenuzar los tendones y venas
en busca de tu alma.

Y recorrer con la lengua cada espacio
existente entre tus  coyunturas  y
excitarte con cosquillas en las
aponeurosis.

Besar tu vientre, tus intestinos, las
lumbares y la médula... y tener entre
mis dientes tu lengua, esófago, el
estómago y satisfecho  reír contigo.

Pido también al señor, me permita
morder el pezón grueso de tu pie
derecho, separar a tirones
las hebras de tus tejidos.
Pierna arriba viajando y destrenzando
cada jirón sangrante de tu existencia.

Deseo también estirar entre mis
garras y fauces tus nervios punzantes,
al tiempo que tu cerebro almacena la
información  vibrante enfática  de
erótica.

Deambular por la ingle,
tragar  algunos  vellos y vagabundear  por la 
vaina, tu sexo.

Regocijar mis  nervios labiales en el
 recorrido de esos tuyos, tejido
cavernoso en que bulle la sangre.

Un visitante lleno de papilas indaga el
vestíbulo, buen PH, buen sabor...

Y arremeter violentamente  contra tu
serenidad, la paz y los nervios; contra
esa parte de mujer independiente,  
invulnerable   y   exenta.
Hola Eva, soy la serpiente
una vez mas con sorpresas,
ahora biznagas  del  averno  hirviente
prueba...  por favor prueba.

He venido a traerte la luz, el camino,
 la verdad y la vida, a  reventar tu
 consciencia y salvarte lamiendo tu
 alma.

Y le ruego al señor,
sea su benigna voluntad
el que permanezca a tu lado
en el momento justo de tu deceso
y rendirle culto, el debido y
pertinente, a ese, tu cuerpo por mí tan
amado; y atormentar todo  cuanto te
hubiese exaltado
y beber y  beber de la libación
de tu clítoris cercenado
el eyectado líquido bermellón
fresco  y  ardienteente...

Tomad y bebed, yo, todo él.
Y bebed también los lúbricos líquidos.
El cómico-ocular humor vitreo,
el linfático, así como el extinto
amniótico,   promesa   incumplida.

 
El gran final posteriori,
el excelso, ¡oh bellísimo humor!
en que guardas cual maternal
incubadora, tu encéfalo, guardián de mi paraíso,
...y beber y beber, y dejarle poco o
nada a aquellos con quienes
 Baudelaire desperdició a su amada
 diciéndole: "pídeles que te coman a
besos"

Rescatándote de los gusanos infames
 y evitándote la  última  reencarnación
 vivirás en mí, feliz filófago...

Y a veces le pido al señor, que exista
tan solo para cumplirme estos deseos.



Luis Alanís Téllez (México D.F., 1978)Narrador, poeta, pintor, dibujante y escultor, ha publicado cuentos y poemas en diversas antologías editadas por la UNAM (Universidad Autónoma de México) y la UAQ (Universidad Autónoma de Querétaro). De igual manera, como pintor y artista plástico, egresado de la Academia de San Carlos, ha presentado diversas exposiciones en los Museos de la Secrtetaría de Hacienda y Crédito Público, así como en diferentes galerías y foros artísticos del país, durante los últimos años. Actualmente, trabaja diseñando piezas de plata para algunas tiendas joyeras de Taxco, Guerrero, a la par que se ocupa de proyectos plásticos de interés personal. Contacto: luisalanis@gmail.com

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